Las sustancias peligrosas que entran en su organismo a través de la ropa

Para explicar el impresionante aumento de alergias y cánceres diversos, primero sospechamos de las sustancias que hay en el agua y la alimentación. Y luego nos fijamos en los cosméticos, ya que nos embadurnamos la piel, el pelo y hasta las mucosas con productos cuyo marketing ha ganado la batalla a la seriedad científica.

En los últimos años, decenas de sustancias que se empleaban en dosis considerables (el triclosán, por ejemplo) se han ido prohibiendo en desodorantes, dentífricos y cremas solares.

Pero lo raro es que estas mismas sustancias siguen estando presentes en los tejidos de la ropa, que está en constante contacto con la piel. Ha llegado el momento de interesarse en serio por este tema, ya que la ropa puede estar impregnada de muchas otras sustancias aún más peligrosas.



La piel, vía de entrada ideal de los productos químicos

Durante mucho tiempo, la piel se consideraba una barrera muy eficaz, totalmente impermeable. Se creía que las agresiones químicas sólo entraban por los aparatos respiratorio y digestivo, o por vía sexual.

Luego nos dimos cuenta de que la piel dejaba pasar sustancias, que podían disolverse en la grasa de la superficie y, a continuación, introducirse en la hipodermis.

Se ha establecido una lista (por fuerza incompleta) de disolventes que penetran con facilidad y que, como consecuencia de ello, pueden introducir sustancias en el organismo. En ella aparecen los éteres de glicol, los hidrocarburos aromáticos (entre ellos, el omnipresente benceno), las cetonas, los hidrocarburos clorados (tetracloroetileno, etc.) y muchas otras sustancias que pueden aparecer impregnadas en la ropa.



Aplicaciones médicas interesantes

La capacidad que tiene la piel para absorber sustancias con el disolvente adecuado ha permitido revolucionar determinados tratamientos con la llegada de los parches transdérmicos, esas hojas adhesivas que se aplican en la piel y que extienden una sustancia de manera muy precisa, tanto respecto a la dosis como al tiempo de duración. Anticonceptivos, analgésicos, alcaloides, hormonas varias (como los parches de estrógenos como terapia hormonal sustitutoria), nitroglicerina como vasodilatador coronario...

Los parches constituyen un verdadero avance médico pero, por desgracia, algunos tejidos de la ropa pueden desempeñar el mismo papel que esos parches, sin que quien la lleva se dé cuenta de sus consecuencias funestas.



El trágico asunto del bisfenol

Para explicar la presencia de bisfenol A (BPA) en las personas se han emprendido varios estudios sobre la piel. En efecto, las mediciones de bisfenol en las personas testadas no correspondían a lo que habrían podido ingerir por su consumo habitual de agua y alimentos.

En cambio, un gran número de objetos manipulados cada día, como tiques de compra, tarjetas de crédito y envoltorios de todo tipo, contienen hasta 1/1.000 de BPA, lo cual no es nada despreciable.

Las investigaciones de Daniel Zalko (del Instituto Nacional para la Investigación Agronómica –INRA, por su nombre en francés- una organización pública dedicada a la investigación de la alimentación, la agricultura y el medioambiente) han permitido constatar que el 65% del bisfenol logra atravesar la piel de cerdo y que el 45% alcanza la piel humana. Así pues, habría que desconfiar de todos los papeles térmicos, pero también saber que la piel absorbe sustancias bastante indeseables.



Ningún mecanismo de defensa

Nuestros organismos se han concebido desde el embrión para eliminar las sustancias nocivas que penetran por el tubo digestivo. Estas sustancias se transportan luego por la sangre venosa hasta el hígado, donde el proceso de desintoxicación trabaja a pleno rendimiento.

Lo que no estaba previsto era que nuestro modo de vida hiciera penetrar sustancias por las mucosas y, sobre todo, por la epidermis. En estos casos, son arrastradas por la sangre venosa directamente al corazón y, a partir de ahí, se reparten por todo el organismo sin ningún tipo de depuración. Así es como los tejidos cargados de lípidos, como el encéfalo (el cerebro) o el tejido conjuntivo de las mamas, se atiborran de sustancias liposolubles integradas en los disolventes omnipresentes en nuestro entorno.



La ropa muy ceñida es la peor

La ropa muy ceñida provoca roces que implican una inflamación, una multiplicación acelerada de las células de la piel y una menor cohesión de las células epidérmicas. Los disolventes se introducen entonces en el cuerpo, pero también lo hacen metales pesados, bacterias, polvo... La Dra. Elisabeth Vaughan, de Carolina del Sur, ha hecho un verdadero trabajo de observación en cientos de mujeres para llegar a la siguiente conclusión: existe un vínculo medible entre llevar sujetador y la presencia de nódulos en los senos; nódulos benignos que desaparecen espontáneamente cuando las mujeres que los sufren dejan de usarlo.

Según su obra, corroborada por otros investigadores, hay tres factores principales que actúan para provocar esos quistes mamarios.



  1. El efecto torniquete, que comprime los tejidos y, por lo tanto, entorpece la buena circulación linfántica en el pecho. Y es que este drenaje permanente es esencial para evacuar las toxinas o las diversas sustancias irritantes que tienen tendencia a acumularse en el tejido mamario.
     
  2. El roce de la piel, ya sea con refuerzos rígidos o tejidos que no se soportan bien o altamente tóxicos, que producen roce, inflamación, sufrimiento celular y acidez del tejido, que abonan el terreno para que aparezcan los quistes.
     
  3. La acción bioquímica debida a las sustancias que impregnan el sujetador. Se trata de un contacto permanente, muy íntimo, con un tejido que, por lo general, se lava todos los días y se seca más o menos bien. Estas sustancias tendrán más facilidad para pasar por la epidermis con el cuerpo limpio, y más aún si se le ha puesto crema, pues constituye el puente ideal para que se introduzcan en el cuerpo.
     

Otra investigadora, Sidney Singer, realizó entre otros un estudio en las islas Fiyi, donde conviven dos poblaciones de mujeres étnicamente homogéneas: las tradicionales, que siguen con el sari asiático, y las modernas, que han adoptado el sujetador. Se descubrió que, en condiciones de alimentación y de entorno iguales, las modernas son mucho más proclives a desarrollar quistes mamarios y, por consiguiente, tumores de mama.

Cabe suponer que las mujeres modernas, además de llevar sujetador, fuman más, utilizan cosméticos, llevan ropa hecha de materiales sintéticos... Pero es en los senos donde el impacto es más nocivo.



Cuidado con los zapatos

Debemos tener en cuenta también que la planta de los pies, una zona de sudoración extrema, es también una zona de absorción de todos los productos químicos que impregnan calcetines y suelas. De hecho, uno de los medios expeditivos de desembarazarse de alguien molesto en África es embadurnarle la piel de los zapatos con el alcaloide que tengan a mano... El resultado llegará en menos de treinta días. En tiempos del Renacimiento, había que esperar lo mismo para obtener el mismo resultado en aquellos que habían recibido como regalo unos guantes impregnados con arsénico o antimonio... Y, más recientemente, tenemos la moda unisex de esa ropa interior reducida a un cordelito que se inmiscuye en una maltrecha intimidad: los tangas, que han hecho mucho por la prosperidad económica de ginecólogos y proctólogos, pues las mucosas no están hechas para soportar tales esfuerzos ni un torrente químico y bacteriano como ése.

De hecho, hay una tradición muy arraigada de la medicina ayurvédica (medicina tradicional india) que consiste en llevar ropa tratada con determinadas plantas y remedios, y que permite obtener un efecto relajante y también curar determinadas afecciones: problemas de la piel, articulares, dolores varios…

Hablaremos de ello en otro artículo